Nací con la capacidad de encontrar ángeles. Es algo natural, que sale de mi interior, una sensación de bien llena mi cuerpo; es algo cercano a ser feliz.
Estos ángeles son personas comunes, están entre nosotros, camuflados. Muchos de ellos no saben de su condición, y posiblemente nunca lo sepan, sin embargo, siguen empleando su poder con cada alma que se cruza en su vida. Las personas que se rodean de estos ángeles caídos son personas felices, complacidas, sin miedos, sin maldad en su interior. Por ello, cuando encuentro a un ángel intento jamás separarme de él, intento llenarme de su sabiduría y aprender de ellos. Cuando ocurre que un ángel se cruza en mi camino, mi mundo deja de girar, cambia su eje, se detiene, pues no necesita girar en torno a nada, lo que necesita para funcionar ya lo tiene: un ángel.
Recientemente he encontrado a un ángel especial. Este ángel es diferente, único. Este ángel no sólo elimina todo lo malo de mí, sino que me eleva, hace que mis pies despeguen del suelo.
Este ángel es mío. Es el mío.
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