24/2/14

< Amaral - Hacia lo salvaje >



Nunca he tenido bien claro cuál sería mi futuro, quizás porque la idea de 'tener un futuro' nunca me ha parecido realmente factible. Cuando pensaba en ello me aparecían una serie de imágenes difuminadas, sin contornos, sin detalles, borrosas... sobra decir que no me aclaraban absolutamente nada. Sin embargo había algo que, desde muy niña, tenía decidido; quería ser arquitecta. No sé muy bien a qué se debe esta sinuosa predisposición a formarme como tal en dicha disciplina, pero ahí estaba. Y como en mi vida no había más metas por las que aspirar pues no veía más futuro que ese, centré toda la atención (o más bien, la atención de la que podía disponer) a la arquitectura.
Muchos años después veo los primeros frutos de mi esfuerzo; si bien son pequeños e inmaduros, pero tienen tanto significado para mí como si hubiese construido con mis propias manos el edificio más bonito del mundo.
Dicho esto quiero aclarar que aunque la idea estuviese siempre presente en mi cabeza y mis actos, nunca he vislumbrado que pudiese ser factible o realizable de ninguna de las maneras. Pero yo seguí, tenaz y constante, puse todo mi empeño en que se realizase; era mi sueño. No voy a negarlo, hubo veces, más de las que recuerdo incluso, en las que me llegaba a percatar del hecho de que la gente de mi alrededor perdía sus esperanzas en mí. Ahora que lo veo con otra perspectiva esto suena como algo frío y distante, como el desenlace final de una serie barata, como cuando pinchas un globo y vuela sin rumbo por la sala. Mas no fue así, cada vez que esto ocurría, canalizaba mis fuerzas y despejaba mis objetivos; no pensaba abandonar por un simple momento de debilidad. Es cierto que también hubo ocasiones en las que no di todo mi potencial, en los que flaqueaba y recurría a la mundialmente conocida 'ley del mínimo esfuerzo', y aún hoy sigo sin poder dar una explicación lógica a tal cosa, simplemente se sucedió de tal forma.
Sin ir más lejos, el otro día encontré una frase que podría dar una explicación a esto, y puede que a todo este relato: "Ser la oveja creativa de la familia no es fácil". Si bien, yo le daría un toque personal para aplicarlo a mi persona diciendo que: "Ser la oveja negra creativa de la familia no es fácil" pues, siguiendo el sistema taoísta del Yin y el Yang, una idea no existe sin la existencia, a su vez, de su opuesta y complementaria. Somos el resultado de una sucesión de acontecimientos, buenos y malos, apropiados e inapropiados, útiles e inútiles, fallidos y acertados; pero a su vez convivimos con aspectos de nuestra personalidad totalmente contradictorios. Y así me siento yo, y todo el común de los mortales; a veces se apodera de nosotros nuestro lado "blanco" y otras nuestro lado "negro". Sin embargo, el gris también existe en nosotros, y el rojo, y el verde. Somos un círculo cromático de actitudes, o un cuadrado, o una esfera, o un rombicosidodecaedro... todo está en nosotros. Una evidencia que nadie podrá negarme es que toda esa aparentemente incoherente sucesión de eventualidades es la que nos trae hoy aquí, esa sucesión te ha llevado a leer este texto y a reflexionar conmigo. También dicha sucesión es la que me ha conducido a mí a poder, al menos, esbozar mi gran sueño. Siendo esto así, agradezco cada error y cada acierto que me ha traído hasta aquí, te agradezco a ti, lector, que me estés leyendo y que reflexiones junto a mí pues sé con certeza que este relato no es más que un peldaño más superado en la ostentosa escalera hacia mi futuro.

1 comentario:

Camila dijo...

Y te aseguro que con ese hermoso pensamiento seguro llegás a mucho más. No renuncies que como decís a pesar de las debilidades y altibajos tenés en claro lo que querés y eso es re importante. Me encantó tu texto, cargado de energía y positivismo. Mucha suerte en lo que amás, ya que se nota que lo hacés.